El sol sale, el sol se pone, y llamamos a eso un día. Pero, ¿por qué dividimos ese período en 24 horas? No es como si la Tierra le hubiera susurrado ese número a alguien. Es una de esas decisiones antiguas que se quedaron, aunque podrían haber ido en otras doce direcciones.
La rotación de la Tierra establece la base
Un día completo se define por una rotación completa de la Tierra sobre su eje. Eso toma aproximadamente 23 horas, 56 minutos y 4 segundos. Pero para facilitar las cosas, lo redondeamos a 24 horas. Esta medida se basa en la posición del sol en el cielo. De un mediodía a otro mediodía.
Entonces, ¿la verdadera razón por la que tenemos días? Porque nuestro planeta gira. Si no lo hiciera, estaríamos atrapados en una luz o oscuridad eternas. Sin amanecer, sin atardeceres, sin ritmo diario. Esa es la parte natural.
El sistema de 24 horas proviene del antiguo Egipto
Hace miles de años, astrónomos egipcios miraron al cielo y decidieron dividir el día de manera diferente. Notaron 12 estrellas brillantes que aparecían por la noche. Estas se convirtieron en marcadores para las horas nocturnas. Luego, para equilibrar, dividieron el día en 12 partes también.
Esto les dio un sistema de 24 horas ordenado. No era preciso según los estándares modernos, pero era lo suficientemente consistente para planear la agricultura, rituales y la vida en general. Usaban relojes de sol durante el día y clepsidras por la noche para llevar la cuenta.
¿Por qué no 10 horas, o 20?
Otras culturas probaron diferentes sistemas. Los antiguos chinos usaban un ciclo de 12 horas, pero cada hora era el doble de larga que la nuestra. Los franceses, durante la revolución, experimentaron con días de 10 horas para coincidir con su obsesión por el sistema decimal. Eso no duró mucho.
La razón por la que el 24 se quedó es en parte matemática. El número 24 es divisible por 2, 3, 4, 6, 8 y 12. Eso lo hacía útil para dividir el tiempo en partes, especialmente antes de los relojes digitales. Podías dividir fácilmente el día en mitades, tercios o cuartos para diferentes actividades.
¿Por qué 60 minutos y 60 segundos?
El día de 24 horas no era suficiente. Necesitábamos unidades más pequeñas. Entraron los babilonios. Les encantaba la matemática en base 60. Se llama sexagesimal. La usaron para astronomía, ángulos y tiempo. Su influencia se mantuvo.
Así que terminamos con:
- 24 horas en un día
- 60 minutos en una hora
- 60 segundos en un minuto
Parece aleatorio, pero funcionó. Especialmente en tiempos antes de las calculadoras o relojes digitales, la base 60 facilitaba los cálculos mentales en ciertos aspectos.
La naturaleza no siempre sigue nuestros números
La Tierra no gira a una velocidad perfectamente constante. Con el tiempo, se desacelera debido a las fuerzas de marea de la luna. Por eso a veces se añaden segundos intercalares a los relojes atómicos. Nuestros relojes intentan coincidir con el ritmo tambaleante de la Tierra.
Incluso así, seguimos con 24 horas porque se ajusta bastante bien al ciclo del sol. Es familiar. Y funciona para coordinar todo, desde el sueño hasta los lanzamientos espaciales.
Cómo todavía usamos el tiempo antiguo hoy en día
La próxima vez que revises la hora en tu teléfono, recuerda esto:
- Estás usando la lógica de estrellas egipcias
- Tus minutos se basan en la matemática babilónica
- Tu reloj está dividido usando decisiones tomadas hace más de 4,000 años
- Aún usamos relojes de 12 horas para la vida diaria, igual que las herramientas antiguas
- La mayor parte del mundo funciona con estas decisiones antiguas, ajustadas con precisión atómica
Eso es la historia que pasa en tu muñeca.
Manteniéndonos en marcha con un sistema que tiene miles de años
Podríamos haber optado por días de 10 horas o algún sistema decimal. Pero no lo hicimos. En cambio, nos quedamos con una mezcla de luz de estrellas, movimiento del sol y preferencias antiguas. Puede que no sea perfecto, pero mantiene los aviones a tiempo, las alarmas sonando y las vidas en ritmo.
Y todo porque algunos astrónomos con túnicas de lino decidieron que el cielo se veía mejor en doce.